Mil Pajaritas

EL INNOMBRABLE…

Diciembre 28, 2016

A pesar de ser tan común, la mayor parte del tiempo evitamos hablar y hasta pensar en este padecimiento, creemos que eliminándolo de nuestra mente no nos atacará ni a nosotros ni a ninguno de los que amamos. Nos invade la lástima y más que nada el miedo cuando nos cuentan que algún conocido lo padece o murió por su culpa, pero lo único que hacemos es pedir que no nos vaya a pasar a nosotros. En todo caso, evitamos al máximo nombrarlo, como si al hacerlo evitáramos que apareciera, cual Lord Voldemort en la saga de Harry Potter, por eso, yo le llamo “El Innombrable”.

La cosa empeora cuando tú o alguien cercano es diagnosticado, de ahí en adelante la palabra CÁNCER desaparece completamente de tu vocabulario, como si esta omisión tuviera un efecto mágico y lograra que desapareciera del cuerpo también. Puedo asegurarles que en mi proceso de diagnóstico ninguno de mis cuatro médicos tratantes me dijo que tenía cáncer, a ninguno de mis familiares o amigos les he escuchado pronunciar esta palabra durante todo este tiempo, e incluso, por muchos días yo no la pronuncié, pues optamos por decir cosas como: “te encontramos una masa”, “parece que tengo una masita”, “todavía no se sabe bien qué es”.

Hoy, entiendo que el cáncer nos produce un miedo abrumador y paralizante, un miedo a perderlo todo que nos enmudece y que no llamarlo por su nombre se convierte en una estrategia para combatirlo, pues nos negamos a creer que tocó nuestra vida o la de alguien que queremos y que amenaza con llevársela.

Luego de tomarme el tiempo necesario para aceptar que ganar esta batalla dependería de la actitud con la que la enfrentara y que tenía que ponerle el pecho como estoy acostumbrada a hacerlo, empecé a reflexionar sobre lo que significa para una persona vivir una situación como esta. Ahora se que surgen preguntas, miedos, mil emociones y sentimientos, pero sobretodo dudas; no voy a negar que durante algunos días batallé con la pregunta ¿por qué a mi?, hasta que me di cuenta que esto sólo me llevaría a dar vueltas como un corcho en un lavamanos, por eso mi decisión ha sido buscar el para qué de esta situación: cuál es su propósito y qué utilidad tendrá en mi vida. 

Empecé por tratar de entender qué había pasado dentro de mi, en mi cuerpo y en mi alma. Aprendí entonces, que las células de una parte de mi cuerpo decidieron no morir más y empezaron a crecer desordenada e incontrolablemente, formando un tumor de gran tamaño. Hoy, le cuento a la gente con tranquilidad, que a mis casi 36 años lucho por vencer un tipo de cáncer llamado Linfoma No Hodgkin de Células Grandes Tipo B, que hizo crecer debajo de mi esternón un tumor de 13 centímetros. Sobre mi alma, sigo haciéndome preguntas y buscando respuestas…